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TEXTOS

La Música Madre

"25 años en directo" de Martirio (2009)

 

 

Yo tenía diez años aquel 8 de marzo de 1984, en la Plaza de San Andrés de Sevilla; sentado en el suelo, alucinaba en primera fila frente al escenario, donde Kiko echaba sus cantes con la guitarra acompañado de Manuel Salado al compás y Maribel con su voz. Cuando mi madre se puso las gafas, la peineta y Martirio cantó en pie sus dos primeras coplas (‘El productor’ y ‘Yo soy ésa’), la fuerza de la electricidad colectiva que se sintió en el aire quedó para siempre grabada en mi piel como un tatuaje iniciático: ese fogonazo primero que alumbra al nacimiento de un Artista como un nuevo ser colectivo, esa celebración de la creación de un nuevo canal de comunicación entre la gente y el cosmos, entre el uno y el mundo. Una artista única y llena de artistas que enviaba su mensaje con una convicción y un valor que sólo podía tener quien se destinaba a ser voz de muchos: una voz para hablar por todos en un tiempo en el que se renovaba en las artes visuales, poéticas y musicales como si se estuviera creando el mundo por primera vez; una nueva diosa de la música con un lenguaje propio y de todos, reapropiándose de la tradición a partir del amor creativo. Y así ha continuado estos 25 años, re-creando y sintiendo de verdad nuestro arte popular, sin cejar, sin dejar de creer ni un momento en la búsqueda de la belleza. 

Los caminos más bonitos son los largos, los que construyen un gran viaje. Los que demuestran su continuidad permaneciendo, porque vienen a decirnos que uno es útil para el Arte y para la Vida. Lo bonito es la fertilidad creativa constante que demuestran las carreras de los grandes artistas. “Ahondar hasta hallar un sustrato común” (decía Federico): mi madre hace eso, justamente. Hay un sustrato común entre la copla clásica ‘Mi marío’, y la contemporánea ‘Madurito interesante’ (1986), entre el tango que ya venía dentro de ‘La bien pagá’ y la copla interna que late en ‘En esta tarde gris’ entre el fandango y el swing, entre lo urbano y lo rural, entre la pena de ‘Si te contara’ y la de ‘Torre de arena’… a la misma distancia de todos los puntos, busca y encuentra las convergencias en la frontera entre todas las tierras de la canción hispana, entre todas ellas porque, de todas ellas, ella es una gran amante, una digna hija, una buena madre. 

Hoy, participar y ayudar a mi madre a continuar su camino en la historia de nuestro arte me convierten en un hombre privilegiado, con la suerte de poder decir “Te quiero” con la acción creativa, en el terreno mágico y vivo de la Música. Ser hoy músico y productor de este disco que es una destilación de su carrera es, en sí, una fiesta: significa que el Arte y la Vida han caminado bien a nuestro lado, hasta hacernos llegar a este punto mágico en el que todo encuentra su motivo. 

Los ojos de ese niño son los mismos con los que sigo mirando hoy. Lo que ví es lo que busco: multiplicar esos rayos de luz que a veces, desde el Arte, inundan y transforman la Vida. Esa electricidad es la que sigue alimentando mis pasos desde que era aquel niño hasta el hombre que soy hoy, ahora compañero de trabajo en su cumpleaños más feliz, el del Arte y la Artista, rodeada de los suyos y de lo suyo: de lo de todos. 

Este disco es una fiesta de amor a la Música, un cante de amor a la Vida. 
Vamos a disfrutar… 

¡SALUD, Madre!
 

 

 

Raúl Rodríguez. Febrero 2009

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